No puedes escapar de la oscuridad

Ya se estaba haciendo tarde y los amigos se tenían que despedir para poder regresar a sus casas. El caso es que Pedro, Juan y María tenían que volver al pueblo por un camino muy estrecho y muy oscuro, pero lo cierto es que no tenían miedo ya que se trataba de un pueblo muy tranquilo y en el que nunca había pasado nada.
Es más, sus padres se pasaron los años de juventud yendo por ese camino a esas y peores horas, por lo que la tranquilidad era la bandera que llevaban siempre. El problema es que no se veía y en ocasiones existía la posibilidad de pisar mal una piedra y acabar haciéndose una lesión. Por ello, preferían ir despacio y tomándoselo con tranquilidad.
No obstante, la tranquilidad no es siempre buena, y mientras iban charlando, justo detrás de ellos empezaron a escuchar unos pasos que se acercaban. Pararon y se callaron y mirar para atrás pero no veía nada, pero también era cierto que la noche estaba muy cerrada y era muy difícil ver a nadie ni nada.
Siguieron andando pero volvieron a escuchar de nuevo estos pasos, se volvieron de nuevo y empezaron a pensar que era alguno de sus amigos que querían gastarles una broma. Por ello, empezaron a volver sobre sus pasos para ver de quien se trataba, pero, de repente, al llegar a la altura de un pino enorme que había a la derecha del camino, no pudieron evitar mirar hacia arriba donde yacía tendido el cuerpo de uno de los amigos que salió antes de la fiesta.
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