Nunca podrás deshacerte de mí

Cada vez que salíamos de viaje mi amigo Ernesto y yo, nos gustaba dirigirnos a pequeños pueblos y ver los artículos que se venden en sus tiendas, ya que dice mucho de la cultura y las tradiciones de cada lugar.
No obstante, una vez llegamos a un pueblo perdido que prefiero no nombrar y entramos para conocerlo y llevarnos algunos recuerdos. El caso es que el pueblo estaba muy vacío, y nada más entrar, la gente nos miraba de una forma extraña que no entendíamos.
No obstante, estamos acostumbrados a viajar a muchos lugares distintos y no era algo excesivamente extraño que en un pueblo se actuase de forma rara. El caso es que finalmente encontramos una tienda bastante vieja y muy sucia, por lo que pensamos que allí encontraríamos cosas interesantes para llevarnos de recuerdo.
Una vez que entramos, pudimos ver al fondo el mostrador con el dependiente detrás, que llevaba una camiseta blanca de tirantes y muy sucia. Cuando nos acercamos a él, en lugar de contestarnos se nos quedaba mirando fijamente.
Al final encontramos algunas herramientas de trabajo que nos llamaron mucho la atención. A mí personalmente me la llamó un hacha que era como las que se fabricaban hace muchos años.
Finalmente me la llevé y dejé el dinero sobre el mostrador, ya que el hombre no me decía lo que costaba.
De camino de nuevo a casa, íbamos comentando lo extraño de la situación, pero en un momento dado tuvimos un pinchazo por lo que nos bajamos a cambiar la rueda. Cual fue nuestra sorpresa al abrir el maletero y ver que allí estaba el hacha pero su hoja se encontraba llena de sangre. La tiramos hacia la zona de los árboles y salimos rápidamente de allí.
Cuando volvimos a casa, todavía teníamos el susto en el cuerpo, pero lo que no esperamos en absoluto es que el hacha estuviese allí, en mi casa, esperándome…
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